La Actitud Adecuada lo puede significar todo

La actitud adecuada lo puede significar todo. Uno puede oírse diciendo: “Si todo fuera mejor, cambiaría la actitud…” Eso es lo que conscientemente o inconscientemente solemos sentir. Sin embargo solo con la actitud adecuada, las cosas empiezan a ponerse a favor de uno o, dicho de otro modo, parecen dejar de interponerse en el camino de uno. Por qué no preguntarse; ¿Si cambiara la actitud, las cosas irían mejor?

Si algo lo interpreto como negativo, podría responder ante ello negativa o positivamente. Para la mayoría de la gente, esta elección no existe. Porque el mero hecho de estar viviendo algo que cataloga como negativo desde una actitud negativa, le predispone para quejarse o generar negatividad. Parece que eso es lo normal. Pero, ¿qué ocurriría si pudiéramos afrontar lo negativo, desde una actitud no negativa? Digo no negativa porque pareciera que si no es negativa, debiera ser positiva. Uno podría decirse; ¿cómo voy a responder de forma positiva ante algo que veo como negativo? Dejando de lado la opción de que pudiera vivirse de forma positiva, ¿existe alguna otra opción?¿ se puede vivir una experiencia sin catalogarla de buena o mala? ¿se puede vivir algo sin sentir desagrado o agrado? ¿significa eso no ser humano o no tener sentimientos?

Existe un punto medio. El momento en el que uno, no se ha decantado. Es como el estado que se vive en el momento en el que te ofrecen algo que jamás habías probado para saborear. Si desapareciera el prejuicio, uno estaría en un punto ecuánime. Al probarlo, aparece el criterio que juzga y cataloga la experiencia como buena o mala. ¿Se podría, a pesar de haber experimentado el desagrado por el nuevo alimento, no vivirlo como desagrado? Es decir, ¿describir la experiencia pero sin acompañarla de todo la manifestación física y mental que suelen aparecer al percibir algo como no agrado?

Todavía una pregunta más ¿podría eso que no ha sido de nuestro agrado pasar a ser algo que sí nos agradara o que no nos desagradara? ¿De qué depende todo ello?

Otro ejemplo sería cuando alguien dice o hace algo que nos ofende. De repente sin previo aviso, se manifiesta un juicio de valor. Esta persona es esto o es aquello….La reacción es una experiencia de la manifestación del desagrado y se prolonga hasta que algo en aquel momento requiere de tu atención. Probablemente, más tarde, cuando lo recuerdes, se volverá a manifestar la reacción y toda la experiencia física de desagrado: palabrería mental, juicio de valor e incluso cierto grado de agresividad y tensión que soportan todas las células del cuerpo. ¿Puede uno separarse del juicio de valor? ¿Puede uno aceptar que aquello que le ha dicho o hecho el otro es incorrecto, pero no decantarse y no vivir la manifestación, la prolongación y la afectación en el cuerpo de ése desagrado?

Eso sí es posible. No significa que uno se vuelva indiferente ante el mal o aquello que parece injusto.

Todo el mundo está reaccionando. Emitiendo juicios de valor constantemente. Nos enfadamos y reaccionamos ante lo que el otro dice o hace. Pero el otro dice y hace aquello también reaccionando a sus propios juicios de valor. ¿Quién posee el juicio correcto, el juicio justo, el juicio libre de reacción?

Las reacciones automáticas reafirman nuestros agrados y desagrados y se perpetúan en el tiempo, con todas sus consecuencias. Uno repite su pasado en el presente y en el futuro como consecuencia de la reacción automática.

La reacción automática acaba siendo la causa de las consecuencias a las que te llevan el juicio de valor que está en ti y das por lícito. Te dicen algo desagradable, lo condenas y permites el enfado de forma automática. El enfado te lleva a vivir las experiencias venideras influidas por el efecto del enfado. La mente está invadida y cegada, limitada por el enfado. Ese enfado, mientras dura, ocupa tu vida, tu visión, condiciona tus actos, palabras, relaciones, conducción, percepción… Entonces quiere vengarte y lo haces. Pero ¿podrías haber vivido todo ese tiempo de forma distinta si hubieras podido decidir no dejarte poseer y prolongar por ése estado?¿qué hubieras vivido sin el efecto del enfado? ¿hubieras visto las mismas cosas, el mismo paisaje?

Todo lo que vivimos es un cúmulo de reacciones. Las reacciones están basadas en lo aprendido y en las experiencias del pasado. La reacción automática no nos deja vivir el momento presente como nuevo. No nos deja Ser.

Para poder evitar ser esclavo de las reacciones, si uno lo decide, se tiene que indagar en el juicio de valor. Penetrando el criterio, uno llega a la comprensión del origen de esas reacciones que siempre cree que son lícitas e inevitables.

Las reacciones son viejas y no todas ellas son buenas y necesarias para la felicidad, la salud y el propósito de vida. Para pasar de la reacción a la acción consciente y decidida se necesita libertad. Ser libre, si se decide, del caudal mental ininterrumpido. La libertad solo es posible si se sale del condicionamiento.

Para poder indagar uno tiene comprender la necesidad de hacerlo y decidirlo. Para poder indagar uno tiene que ser capaz de separarse de su mente parlanchina que no para de emitir juicios de valor constantemente. Cuando uno decide salirse de la reacción, desarrolla la prudencia, se vuelve vigilante y atento, humilde y honesto.

La actitud adecuada es aquella que es libre del juicio de valor, tiene en cuenta todo y no se decanta por nada.

La actitud es previa y también precursora de las consecuencias. Por ello, si cambia la actitud, cambian las consecuencias. Solo con la actitud correcta uno llega a comprender. Solo con la actitud correcta uno pasa de ser preso a ser libre. Solo siendo libre de la reacción y el condicionamiento, se hace posible acceder a toda Verdad que permite la felicidad.

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