Uno al leer esto puede ser de los que piensan…
“Ya, pero yo soy lo bastante sabio y consciente, yo sí veo lo que Es, yo sí tengo esa capacidad y lucidez…Es verdad que hay gente que no, pero yo si veo…”
Solo la ven tal y como la leen.
La ven tal y como son en ese momento.
Uno ve a través de sus pensamientos
(verdaderos o falsos) y emociones (fundadas o infundadas) y lo que el nivel de energía del
que disponen en ese momento, les permite.
Pero no es así, la mayoría de las personas (para ser prudente) y no decir todas, en alguna u otra medida, alguna vez han sido injustos con la verdad en lectura y conclusiones por creer precisamente estar viendo con claridad cuando no era así.
El quid de la cuestión es que cuando uno cree ver la verdad, pero no la ve, no puede ser consciente de que no la ve porque ya da por supuesto que la está viendo.
Esa es la trampa de la mayoría.
Sin ser capaz de hackear la trampa, siempre se cae en ella sin ni ser
consciente.
Sin hacer un trabajo de salto de consciencia y ver más allá del pensamiento y antes que este se pronuncie, uno queda atrapado en los conceptos de la memoria y la misma forma de concluir de siempre.
Pocos son los que calibran el instrumento de lectura.
¿Por qué?
Por que no parece haber consecuencias negativas inmediatas por ser subjetivo.
Uno quizás no siempre ve lo que pierde, y así suele ver solo lo que gana y acumula.
¿Es la subjetividad o falta de acceso a la verdad y objetivad, el origen de la falta de vitalidad, plenitud, todo mal y sufrimiento?
Aunque existen mil opciones de respuesta ante cada segundo vital y los estímulos que se reciben, cada persona suele responder siempre de la misma manera desde una “personalidad estancada y rígida”.
Aunque hay muchas interpretaciones posibles de cualquier cosa, uno solo descifra, desde su propio condicionamiento y favoritismos, una visión muy concreta o, quizás, como mucho un par de ellas.
Al no tener visiones amplias y depender de sesgos inconscientes, las personas viven en una realidad muy limitada conducida por una personalidad muy caracterizada e intransigente con la realidad objetiva,
sin ni que se den cuenta.
Es muy evidente que personas distintas ven un acontecimiento de forma muy distinta, sacan conclusiones distintas, pero sorprende que ninguno de ellos se plantee si alguien entre los que discuten dispone de la verdad de ese acontecimiento o no.
Y menos aun, que se plantee si él es el que está equivocado.
La tendencia es defender a capa y espada lo que uno ve.
Y si uno es muy inteligente puede que acabe convenciendo a los demás y a sí mismo de cualquier cosa.
Pocas veces se duda de sí mismo y de las versiones.
Pocas veces se establece un interés y vínculo con la verdad de cualquier cosa.
La respuesta a todo esto es que la verdad no está en la prioridad número uno: importa más quedar bien, no esforzarse demasiado y descansar, vencer, obtener reconocimiento o ganar entre muchas otras opciones.
Tener la razón es prioritario que la propia verdad.
A todos nos ha ocurrido: ver que alguien no está en lo cierto. Además, lo corroboramos porque no somos los únicos que lo vemos.
Pero esa persona es incapaz de ver la verdad.
¿Por qué?
¿Qué le impide escuchar y ver lo que Es?
La incapacidad de salirse de su realidad subjetiva por, pereza, orgullo, miedo, capricho, inseguridad, tozudez…
Y más…
Al final, las emociones y la personalidad que tanto se defienden con dignidad son el verdadero estorbo para que un ser humano acceda a la Verdad de las soluciones o no soluciones, para que una persona se vuelva influencer del cambio posible y evolutivo.
Uno ve lo que hace bien, a veces lo que hace mal pero casi nunca la verdad objetiva o la realidad objetiva de lo que sucede y porqué sucede.
Si no concluyéramos antes de tiempo por ese sesgo condicionado, la sabiduría interna nos guiaría en cada paso.
¿Quién puede lograr eso?
Eso sucede cuando la verdad te importa más que tú mismo y todo lo demás.
Cuando eres capaz de priorizar ante todo, absolutamente todo, la verdad de cualquier cosa.
Pues por supuesto, no nos referimos a un curso de una gente que habla de crecimiento personal ni espiritualidad.
No es una comunidad en la que puedes entrar o salir o estar de vez en cuando.
No es un grupo del que puedes formar parte o no.
No es una filosofía que puedes aplicar, o no, cuando te apetece.
No va de “tratar” sobre cosas buenas y auto-mejora personal y hacer un mundo mejor para sentirse especial y mejor que otros.
Va de Ser lo que se Es (que no siempre uno sabe que es ni conocer ni reconocer conscientemente) y de hacer lo que es necesario desde ese Ser.
Aquello que funciona.
Somos una parte de un todo.
El todo funciona por sus partes.
Si una parte del cuerpo humano deja de funcionar, interrumpe el funcionamiento y salud globales.
Es muy sencillo: o eres real o eres engaño.
O eres pleno o eres parcial.
O haces lo que funciona, o interrumpes.
Y eso, tanto si conoces Verdad Objetiva como si no, tanto si decides hacer V.O. como si no, ya está sucediendo.
Y te afecta. Ni si quiera puedes decidir que no esté sucediendo.
Solo tienes dos opciones: conocer la verdad o ignorarla.
Conocerla e ignorarla implican consecuencias distintas y opciones y oportunidades distintas.
Si decides a conveniencia ignorar algo porque te conviene, no puedes pretender vivir en la Verdad y desde la verdad y… No puedes evitar las consecuencias de ignorar verdades.
Estar con la verdad es confluir con la vida, con los demás (y sus niveles de consciencia distintos) y con sus leyes en lugar de vivir con el conocimiento de lo que uno cree que son esas reglas o leyes.
La verdad importa.
Pero no conocerla parece que no perjudica. Y quizás, en demasiadas ocasiones, lo llamamos mala suerte.
La verdad ya se está dando y sucediendo.
La cuestión es si tú lo ves o no. La cuestión es si tú puedes verla o no. Pero otros pueden estar viendo lo que tú ignoras mientras sigues mimando una identidad concreta y protegiéndola.
Si no sales del criterio subjetivo o ego, solo ves lo que te conviene en cada momento para salir ganando o no perder según ese criterio subjetivo, en ese momento. Así uno va variando los valores y prioridades según sus posibles pérdidas y ganancias de ese criterio subjetivo en diferentes momentos y tiempos.
Lo vemos en muchas personas
Con algunas personas eres siempre puntual, pero con otras te permites ciertos márgenes. Porque respetas más el tiempo de unas personas que otras por lo que te podrían perjudicar o beneficiar a tu ego esas mismas personas. Tratas con varias varas
de medir según conveniencias. Según distinto valor que das a las personas.
Si te sientas ante un personaje “públicamente importante” te sientes importante y le tratas con mucho respeto y consideración, pero si te sientas ante un desconocido que has valorado como normal o inferior, quizás te permites licencias y no consideras tanto.
Suele pasar que si te halagan es más fácil que te agraden y si hacen lo contrario, se genera rechazo casi automático.
Vamos del aprecio al desprecio según un criterio subjetivo y/o conveniencias.
No pasa nada.
Parece que está permitido.
No parece haber castigo por ello ni es punible.
Pero sí vemos que nos molesta cuando nos lo hacen a nosotros.
Cuando nosotros somos parte de esa falta de consideración de familiares, amigos, compañeros de trabajo o políticos… Vemos que ese jefe con el compañero es mas considerado y puntual que con nosotros. Vemos que no nos trata igual.
Que hay como una cierta falta de respeto y consideración por nosotros. Un indicio de injusticia.
¿Por qué? Por intereses.
Valoramos según si alguien creemos que es superior o inferior.
Si nos va a beneficiar en nuestra imagen o en algo o no. Nos permitimos cosas con unos que no con otros según nuestra propia contabilidad variante según el momento. Y vemos también cómo lo hacen los demás con otras personas.
Hacemos ver que no ocurre, aunque moleste.
Pero si molesta y se nota como injusto, ¿a quien corresponde hacer justicia? ¿Se debe? ¿Quién va a imponer un reglamento para que yo pueda sentirme bien tratado y tratar bien de forma justa en toda situación? ¿Existe, entonces, lo justo o no justo?
¿Cómo de IMPORTANTE ES ESO?
Nos damos cuenta de esas cosas cuando sufrimos la desventaja o la injusticia, pero no nos damos cuenta o no queremos darnos cuenta cuando la causamos.
Lo justificamos con excusas y explicaciones lógicas. Pero no todo lo lógico es verdadero ni correcto. ¿O sí?
Hablamos de Verdad Objetiva como palabras escogidas que pretenden representar la Verdad de la vida y de los seres y seres humanos.
Así que una filosofía o disciplina podría ser considerada verdadera y objetiva o no. ¿Quién sabe eso? Pues solo quien es capaz de trascender la identificación personal con una corriente u otra, con ser un tipo de persona u otra.
En definitiva, a quien le interesa más la verdad que a sí mismo.
Por lo tanto, Verdad Objetiva es para aquellas personas que quieren “confluir con la vida tal y como es” y no como uno puede estar viéndola por condicionamiento de un ego particular o como uno quiere verla por interés y conveniencias varias según el momento.
Es decir, la clave es leer bien el entorno y responder conscientemente teniendo en cuenta el todo visible y considerable por completo. No solo a mí mismo dentro de ese entorno. Y, además, ser capaz de dar la respuesta correcta.
Un nivel de consciencia mayor te da más responsabilidad, pero también poder objetivo para fluir.
Un proceso Verdad Objetiva, es un proceso de interiorización primero, transcendencia después y liberación por último.
Todas las disciplinas espirituales buscan la verdad y darte la visión para reconocerla.
Muchas inciden en la comprensión de dichas verdades y leyes, sin hacerse cargo de lo que obstaculiza la visión de las mismas. Sin embargo, la Verdad Objetiva incide precisamente en limpiar lo que limita la visión de la verdad, reduciendo y eliminando los obstáculos que nos lo impiden.
Es entonces cuando la visión clara de la verdad y la comprensión de las leyes nace naturalmente a consecuencia del proceso.
La misión de un facilitador de VO es siempre la de liberarte de tus condicionamientos y reacciones, independizándote incluso de él mismo, a través de la identificación y discernimiento de tu Justo Criterio que te lleve a tu Centro de Control desde donde eres libre de elegir.
Cuando alcanzas un estado de paz continuada y natural, y eres capaz de volver a él siempre que lo decides, el proceso termina y es entonces cuando comienza el verdadero camino, aquel que todo ser humano está predestinado a caminar algún día y que da sentido la vida misma.
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